A veces quisiera ser un fantasma, para susurrarte al oído cualquier palabra que te recuerde a mis labios, y no comprometer mi orgullo de mortal y corpórea al rozar tu lóbulo con la punta de mi bezo. Quisiera poder meterme bajo tus sábanas, y ser el calor que te arrulle el cuerpo de vez en cuando. Quisiera ser la palabra exiliada que te bese los labios una vez más, al menos, y mirarte –sonriente- de cerca a los ojos, para saber si vives o has muerto.
Quisiera hablarte con mi voz otra vez, con mis palabras aquellas. Abrazarte melosamente y llamarte “amor” sin tapujos. A veces quisiera que siguiéramos siendo nosotros, y dejar de ser este tú y yo tan incompleto y amoral, que ya por un año hemos venido siendo.
Quisiera, incluso, que no tuvieras vida, ni mujeres, ni sueños; que tu existencia estuviera enfermizamente pausada por la decisión de mi tiempo. Que dependieses de mí, y mis caprichos pubertos de ser libre y casi ligera; que estuvieras pendiendo del hilo de mi amor, y caminaras por la calle con una nube eterna ocultándote el cielo.
A veces quisiera volver a ser de tí, mi bien, y no de tantos, no de todos. No de todos esos amores sin nombre ni apellido que circulan por la calle viendo a veces de reojo, y otras tantas ignorando. No quiero ser de la duda y la desesperanza. A veces quiero ser tu certeza, tu destino, tu fin, -como fui hace algún tiempo-.
Quisiera amarte otra vez, solo una. Y ser brisa imperceptible que te bese los labios, te adore la tez y te blanda los sueños. Despertarte a las 7 de la mañana y besarte la espalda para beber el calor de tu cuerpo; sentirte temblar bajo mi piel, y sonreírme frente al espejo.
A veces te quisiera, amor, mucho.
A veces te extrañara.
Quisiera hablarte con mi voz otra vez, con mis palabras aquellas. Abrazarte melosamente y llamarte “amor” sin tapujos. A veces quisiera que siguiéramos siendo nosotros, y dejar de ser este tú y yo tan incompleto y amoral, que ya por un año hemos venido siendo.
Quisiera, incluso, que no tuvieras vida, ni mujeres, ni sueños; que tu existencia estuviera enfermizamente pausada por la decisión de mi tiempo. Que dependieses de mí, y mis caprichos pubertos de ser libre y casi ligera; que estuvieras pendiendo del hilo de mi amor, y caminaras por la calle con una nube eterna ocultándote el cielo.
A veces quisiera volver a ser de tí, mi bien, y no de tantos, no de todos. No de todos esos amores sin nombre ni apellido que circulan por la calle viendo a veces de reojo, y otras tantas ignorando. No quiero ser de la duda y la desesperanza. A veces quiero ser tu certeza, tu destino, tu fin, -como fui hace algún tiempo-.
Quisiera amarte otra vez, solo una. Y ser brisa imperceptible que te bese los labios, te adore la tez y te blanda los sueños. Despertarte a las 7 de la mañana y besarte la espalda para beber el calor de tu cuerpo; sentirte temblar bajo mi piel, y sonreírme frente al espejo.
A veces te quisiera, amor, mucho.
A veces te extrañara.
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