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sábado, 10 de enero de 2009

Te extrañara

A veces quisiera ser un fantasma, para susurrarte al oído cualquier palabra que te recuerde a mis labios, y no comprometer mi orgullo de mortal y corpórea al rozar tu lóbulo con la punta de mi bezo. Quisiera poder meterme bajo tus sábanas, y ser el calor que te arrulle el cuerpo de vez en cuando. Quisiera ser la palabra exiliada que te bese los labios una vez más, al menos, y mirarte –sonriente- de cerca a los ojos, para saber si vives o has muerto.

Quisiera hablarte con mi voz otra vez, con mis palabras aquellas. Abrazarte melosamente y llamarte “amor” sin tapujos. A veces quisiera que siguiéramos siendo nosotros, y dejar de ser este y yo tan incompleto y amoral, que ya por un año hemos venido siendo.

Quisiera, incluso, que no tuvieras vida, ni mujeres, ni sueños; que tu existencia estuviera enfermizamente pausada por la decisión de mi tiempo. Que dependieses de mí, y mis caprichos pubertos de ser libre y casi ligera; que estuvieras pendiendo del hilo de mi amor, y caminaras por la calle con una nube eterna ocultándote el cielo.

A veces quisiera volver a ser de tí, mi bien, y no de tantos, no de todos. No de todos esos amores sin nombre ni apellido que circulan por la calle viendo a veces de reojo, y otras tantas ignorando. No quiero ser de la duda y la desesperanza. A veces quiero ser tu certeza, tu destino, tu fin, -como fui hace algún tiempo-.

Quisiera amarte otra vez, solo una. Y ser brisa imperceptible que te bese los labios, te adore la tez y te blanda los sueños. Despertarte a las 7 de la mañana y besarte la espalda para beber el calor de tu cuerpo; sentirte temblar bajo mi piel, y sonreírme frente al espejo.

A veces te quisiera, amor, mucho.

A veces te extrañara.
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martes, 6 de enero de 2009

¡Salve, 2008!

Los últimos 365 días –aproximadamente- estuvieron llenos de glorias y fracasos. No he tenido año más loable, extrañable y caprichoso que el que acaba de pasar. No le lamento nada, y tengo tanto que agradecerle.

Enero me quitó un amor de los más grandes, me dejó tiritando en la ausencia y sangrando en la esperanza. Me dio pasiones morbosas y fiestas arriesgadas. Aprendí a hablar en otros números, a entender las miradas.

Febrero fue el más doloroso de mis meses bisiestos. No comprendo cómo sobrevivió mi gastritis a alimentos tan espinados. Mis ojos hicieron callo, supongo; el alma aun me sangraba de vez en cuando. Conocí el amor filial-ajeno, jajaja, un dolorsillo tan chido como pequeño.

Supongo que alguno de estos meses me trajo uno de esos cariños que nunca se dicen. Esos que de repente empañan los vitrales de las cuencas y de inmediato se esfuman, sin siquiera condensar lágrimas.

Marzo estuvo terriblemente condensado. Lo barato: aprendí a pasar el tiempo mientrastanto. Lo valioso: mmmmm, de lo valioso no hay pruebas; nunca ha pasado.
Quién diría que el Apocalipsis podía disfrutarse tanto.

Abril me trajo amistades nuevas, que espero conservar por muchos años. Algunas parecían no ser muy amistosas, pero supongo que al final de cuentas las cosas son como deben de ser. –Me habría perdido de tanto-

Esas amistades no amistosas –jaja- me llevaron a conocer al mayor azote que haya sufrido mi hipotálamo. Mayo se abrió las puertas con una –casi- desafortunada coincidencia de tiempos, lugares y cumpleaños.

Junio. Blah. Junio. El dolor siguió consuiendome de la más despreciable de las formas, a pesar de que decidí sanjar el problema y fingir que habia terminado con la etaa. En los mismos tiempos me metí en la boca del lobo y caí de bruces en los colmillos. No me arrepiento, por supuesto, volví a hacer esas cosas mortales como respirar y caminar de vez en cuando. –Las bajas no fueron completas-. Tambien supongo que aquí –o allá, no importa mucho- quizá perdí una “miniamistad” por motivos absurdos y no imputables a mí persona. Si su ego es feliz al atragantarse de protagonismo, hágalo, bien sabe que yo no tengo culpa alguna.

Julio fue desastroso. Desastrosodesastroso. Perdí la mitad de mi personalidad, debo decirlo, jaja. –no, ni yo me he perdonado todavía-. En el lado ventajoso está mi trabajo, la vida laboral me calló como anillo al dedo. El otro lado, pues pffff… todo pfff… De cualquier forma siento que no cambiaría amor tan doloros, por la más feliz de mis indiferencias, aunque me hayas secuestrado hasta la más minima de mis fuerzas, esperanzas, creencias, dolores, consuelos, deseos, apatías, desventajas, catástrofes, pesadillas, insomnios, desencantos, delirios, pesares, vivires, felicidades, alegrías, congojas… -creo que ya dejé en claro mi punto-

Agosto siguió arrastrandome por la dicha malfalsa. Pero en sus vísperas volvió a estrellarme con gente agradable y conservable. Me hizo también amarrarme los dedos para no escribir –a más de una persona- En algún momento del verano tuve una noche espectacularis, jajaja. ¡¡Vivan los años maravillosos!!

Mi mayor amistad en mucho tiempo se consolidó en septiembre –aunque ya
Se me habia atravesado desde antes- Los chicles, los poemas de Buesa, y la mala fe de los que nos ven juntos –jaja- habrán de mantenernos torturándonos por un buen rato.
Me arranqué el amor a punta de besos casuales.

Octubre. O Dios, octubre! Supongo que lo más divertido fue el vestido de Janice Joplin y la noche por el enmarcada. Realmente se acabó el amor. Empezó otra de esas cosas incontables.-Que bien se siente llorar con tantas ganas- Hubo más diversión, por supuesto. –Las estrellas se ven muy bien desde las azoteas, y en los toldos de los carros-

Noviembre… mmmm… noviembre. Noviembre ya estuvo completamente curado. Careció de las emociones catastróficas –y no relatadas- de los demás meses del año. A otros amores, no obstante, los sigo extrañando.

Diciembre me trajo una buena fiesta. Mucho trabajo. Ropa de profesionista. Recuentos malvibrosos y emociones similares.

Hay gente a la que extrañé todo el año. Gente, gentesita, y gentesota, que entró y salió de mi vida, -algunos sin hacer ruido-. Todos ellos recordables y extrañables.

No suelo hacer este tipo de recuentos. No me importa si creen que es patético –digo, yo lo creería- pero al final de cuentas este ha sido el mejor de mis años, por millones de cosas. No me confesaré como un mortal común y corriente que llora y se emociona como todos; no disfrazaré tampoco que mis meses –y mis textos- estuvieron básicamente llenos de hombres –¿No ha sido esa la historia de mi vida?- Este año estuvo con madres, lo supe al principio, y vengo a pregonarlo ahora; ahora que estoy sin hacer nada, en los albores del último de los dosmiles, ahora que sé que fuí feliz, y ahora que sé que fue a MI MANERA.

¡Salve, 2008!




...Buena suerte, 2009...