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sábado, 26 de septiembre de 2009

La Tierra Aquella


Volví a aquella tierra que pasé de odiar a amar con el alma. Volví a sus calles ya sin el sueño de recorrerlas de su mano y sin los ojos hinchados por la paz de su amor. Volví a aquella tierra, donde millones de gentes sangran a diario y vivien a tientas; ahí donde Tlaloc es el más benigno de los dioses y la lucha por la vida no depende del calor.

Anduve sus calles con el pecho hinchado; respiré su poco oxígeno con las fosas abiertas; reí a costa de los sueños de tantos que se sienten nadie en la inmensidad de la urbe. -Se es tan poco que casicasi se vive libre- Se juzga menos, se vive más, se llora poco. La gente pasa y grita empatía. Hay tantos rostros que gritan "¡Yo soy!" que casi me olvido de la complejidad de mis amores.

Volví a aquella tierra que alguna vez me encrispó los nervios, para andar ahora sobre flores y flotar entre hebras de algodón.

Volví a la tierra aquella. No sé si podría amarla más que aquel entonces, o si habría de odiarla ahora que ya no tengo la más mínima razón.

Volví a la tierra aquella. La dejé con una fracción menos de corazón.