Yo podría amarle de lunes a domingo. Verle sonreir, dormir y llorar a horas y destiempos. Yo podría serle la existencia leve e insoportable, vivirle en el amor de las putas tristes. Podría, incluso, leerle en un café algún poema atropellado; esquivarle la vista y no rozarle los labios.
Yo podría llamarlo poeta; verle Don Juan y soñarle perfecto. Podría coserle en los labios los hilos desdeñados de los amores que me rasgan; colgarle en las pupilas los balcones en que amanezco; tatuarle en los sentidos el aroma de mi desamor.
Yo podría serle verso desrimado y prosa cuadrada. Sueño, pasión, y verano en la noche; Shakespiare y Dickens; delirio y razón.
Yo podría serle pluma, lienzo, arcilla. Yo le amaría poeta, vagabundo, ruiseñor.
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