domingo, 20 de noviembre de 2011
domingo, 13 de noviembre de 2011
A Adriana
Verla ella es como mirar a un espejo opaco, empañado, quebradizo. Es como escuchar golpeteos de alas murciélagas en las paredes de la memoria. [¿Son sus ojos los míos? ¿Es su amor el nuestro?]
Verla es como sangrar su dolor en mis palmas; tocar sus clavos, su corona de espinas en mi propia frente.
Verla a ella, a su disposición de cupido en primavera, es revivir el amor que enterró sueños en el cementerio de mi cadera; en la vacante mortuoria en medio de mis senos de escarcha. [¿Son sus plegarias las mías? ¿Es mi temblar su esperanza?]
Verla a ella es sufrir de nuevo el más feliz e impío de los idilios. La devoción más inicua que jamás se haya sentido.
Verla a ella y sus yemas rotas, su labios morticios por el choque de los besos amoroso y furtivo. [¿Será su destino el mío? ¿Es mi desamor su duelo?]
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