domingo, 17 de febrero de 2013

Devastación


Dejarte pasar. 
Desapricionarte de mi álbum de recuerdos espinados. 
Dejarte fluir entre los dedos quijanos de mi angustia;
 incontenerte en las grietas de mi fervor de Estocolmo. 

Dejarte pasar.  
Como se deja pasar la primavera, la felicidad, la vejez sedentaria; 
como se libera el sueño de las cadenas de la percepción. 
Dejarte pasar como a los errores de la impericia; 
como a los recuerdos indeseados; 
como a los sueños de la noche anterior.

Dejarte pasar.
Como pasa el fulgor del estío; 
como el tranvía de la estación olvidada; 
como pasa el pañuelo que el viento arrancó. 
Dejarte pasar como fluyen las lágrimas al seno; 
como se arroja al olvido el amor. 

Dejarte Ser en otros entendimientos, 
despojado para siempre de mi concepción de tu escencia; 
dejarte dejar de ser en mis términos 
para que seas en los términos de cuantas aniden en tus entrañas -vicerales y no-. 

Dejar que seas quien eres para dejar de ser el que recuerdo; 
el que aborrezco en los términos amorosos de quien desea más de lo que obtiene; 
dejarte pasar para entender que "todo pasa, porque todo se olvida, y el recuerdo entristece lo mejor de la vida". 
Dejarte pasar para reivindicar el amor nonato con que te adorné. 

Dejarte pasar. Como a los huracanes. Dejarte pasar. 













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