sábado, 26 de abril de 2008

Yo por eso no hablo de él. Porque todas, al pronunciar su nombre, abren un poco las piernas y reclinan un tanto el cuerpo. Todas dilatan animosas las pupilas, y cierran la frase sin aire en la voz. Todas, -todas- ensanchan el pecho y mojan los labios; sonríen melancólica y patéticamente; desvían la mirada para ocultar la emoción.

Algunas –no todas- lagrimean un instante y maldicen un poco; Otras –las otras- ríen pícaras sin la menor turbación.



Y por eso yo, -con las piernas cruzadas, los ojos vacíos, e inmutable la voz-,
hablo de todos -de todos- pero de él no.




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3 comentarios:

  1. Se trata de un Don Juan que se devora a sí mismo. Qué fortuna ser la excepción a su sexo, digo yo, por aquello de permitirse juzgar desde lo alto a quienes han caído en su cama.


    Se le aprecia mucho, chica. Ojalá se arme otra salida un día de éstos.

    D.

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  2. Habla de una persona es crearla y recrearla... existe por tus palabras.

    Saludos

    MARTAA!!

    Ya te cree!

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