He aquí otro viaje a las lejanías de tu último destino. No sé qué tanto habría de sufrirse para tener por cierta tu ausencia; vivir en todos los dolores en los que has estado. Habría que decidir cuánto de tu dolor puede repartirse en mis desgracias; firmar con tu nombre las tragedias diarias que me esculpen la suerte. ¿Cuánto dolor para que salir de ti? ¿Cuánto dolor para que tu nombre se borre de mis recuerdos, de mi lista de felicidades inconclusas? ¿Cuánto tiempo para vivir a expensas de tu olvido, de tu imposibilidad absoluta y demacrada; de todas las posibilidades abortadas en nombre de los tiempos que no llegaron? ¿Cuánto dolor para perdonarme, para entender la furia que me da la inocencia perdida, la esperanza reseca, los sueños agotados?
Verte con los ojos de quien se ha resignado a la derrota; a la pérdida de todo lo absolutamente bueno. Verte con ojos de abismo, de nada postergada. Verte con el alma constreñida a lo irremediable de tu ausencia y sus implicaciones. Seguir el camino nuestro con la mano vacía; pasar las noches sin sueños, el tiempo sin años; batallar contra esta eternidad en la que te has convertido. Que no pasen por ti los estragos del tiempo. Eres una fuente inagotable de tragedias consumadas: de tu muerte todo es tragedia, todo es desgracia.
Voy a ti. A tu paraje terrenal de escombros y rosas; al manantial de las lágrimas que riegan tu recuerdo. -Ya habría que olvidarte, pero tú y yo sabemos que de ti podremos despedirnos, pero nunca alejarnos-. Voy a ti entonces. A la tierra en la que no estás, al aire que no respiras. Voy a incontinente. Voy a no olvidarte.
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martes, 16 de julio de 2013
domingo, 14 de julio de 2013
Vacío
Vacío.
Burdo e insensible vacío.
Soy un
cúmulo interminable de Inexistencia;
un cáliz
desbordante de Nada;
un
resplandor de obscuridad.
Soy el
entendimiento de tu ausencia invencible;
La
inactividad hija de tu pasividad absoluta.
Soy el
hueco de tu aliento enlarvado;
el eco ahogado de tu inmovil corazón.
Soy la
inercia del afán de olvidarte;
el salto
hacia el abismo de tu carencia infinita;
La
soledad de tu alcoba,
el polvo
en tu sillón.
Soy el
vientre cóncavo en que se engendran
los
hijos que no tuviste;
soy el sí que no te dieron;
el amor
que te inmoló.
Soy la
paz inapetente;
la
alegría indiferente;
el
sufrimiento sin dolor.
Soy el
vacío.
El burdo
e insensible vacío que dejó tu adiós.
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