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jueves, 18 de diciembre de 2008

Pffff... todo Pfff!!

Ahora estoy interminablemente de malas. He concluido el día con un tedio inconcebible atravesado entre el esternón y el esófago. Quiero romperle la mandíbula al primero que se atreva a hablarme de cualquier cosa, aunque incluya lunas y estrellas. Hoy me enferma la belleza de todas, la ignorancia de los otros, la pedantez de los demás. Hoy detesto a algunos cuantos como no detesté antes; he concluido que la fantochez es ignorancia, que la venganza sabrá dulce, que el respeto se pierde en la primera oportunidad. Hoy estoy fuera de todos lados; tengo a la mano los teléfonos de todos, y no quiero marcar un solo número. Tengo la oportunidad de verme humilde y cambiar, y me importa un bledo si soy o no un asco de persona. No me importa si no me quieren, si no me aceptan, si me hacen mala cara o me levantan la voz.

Pueden irse todos derechito al diablo, y, si les queda cerca, les recomiendo hacer escala en La Chingada.





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lunes, 17 de noviembre de 2008

Al Cubo

Que te alejes por un tiempo de mi lado,
que me dejes en paz.
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No tendría yo fuerza para ir a buscarte. Para intentar desentrañarte de la oscuridad de mi recuerdo y mi desesperanza. No tengo ánimos para descifrar la torpeza del destino, para inquisitar su burdo sentido del humor y la desgracia ajena. No quiero, siquiera, preguntarme por ti. No quiero saber de tu presencia intermitente, ni en mi realidad, ni en mis deseos. Quiero que me des lo mismo, que me valgas la casi nada que te valen mis besos. Quiero que seas menos que un tiempo verbal mal conjugado; que te desvanezcas de la forma en que se me consume el deseo una vez que te has ido.
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No quiero saber de ti, ni de las mujeres y vivencias que te veo y te imagino. No quiero el amor famélico que te siento en los abrazos y te huyo en los besos. No quiero vivirte de nuevo en los sueños que ya por mucho he vivido.
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Quiero sacarte de mí, huir de tus domingos y tus días feriados; de tu hastío de media tarde que te lleva a marcar el número que identificas conmigo. Quiero exiliarte de mis abrazos vacíos, de mis vestigios de derrota con a sabor a septiembre y aroma de estío. Quiero olvidarme de enero, de los perdones que te habría escupido si no fuera porque ya no valen tres cominos.
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Te quiero ausente. Te quiero fuera de cualquier pretensión que pueda levantarme de la cama. Te quiero fuera de cualquier duda que pueda fruncirme el entrecejo; de cualquier temblor que me force una sonrisa.
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Te quiero lejos, mi bien, te quiero uno, que te concentres en un cuerpo y un amor, que dejes de perseguirme con tus tres cabezas y 12 colmillos; que me dejes, mi bien, que te largues.
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miércoles, 12 de noviembre de 2008

¿De Dónde Salen las Rosas...?

Yo nunca había amado a un profe. Qué pendejada resulta suspirar por una persona inalcanzable que tiene cualquier encanto… o que carece de él, pero que se antoja enamorable ante los ojos de cualquier alumnete con problemas psicológicos relacionados con su padre o con su madre, ja.

Yo, debo reconocer, no le encuentro el menor atractivo -físico- aparte de las manos.. mmmmmm, las manos… los ojos, pues no están mal, la verdad no soy muy amante de los extranjerismos; su cuerpo famélico ni siquiera hay que mencionarlo, jajaja, aunque sí es muy resaltable el hecho de que convine a la perfección sus calcetines con su pantalón. –digo, por aquello de que no importa paso que dé, el dobladillo siempre le subirá varios centímetros-

No lo considero, tampoco, el más brillante. –Quizá porque todo el mundo me lo pintó como la redención de la inteligencia y la sabiduría, comprimidas ambas en un cuerpo de 40 centímetros de diámetro… lo que yo llamo el fenómeno “La Pasión de Cristo”- Digamos que el cuate se ha paseado por todas las materias, y ha venido a vomitarnos sus conocimientos tan tempranos y aglomerados –junto con su altivez-... bien por eso; felicidades; lo que sea.

Pero ¡Dios! ¡Oh, DIOS! ¡¡Tiene una arrogancia tan exquisita!! Me encanta la forma en la que escupe su soberbia y malavibra sobre los rostros desprotegidos de todos los mortales, y ¡VEANLOS! ¡Se ríen con EL! De Ellos mismos, se ríen con él. ¡Podría mandarlos a todos a chingar a su padre –pa’que les duela a los machistas- y ellos darán las gracias, y se bajarán los pantalones! Jajajajaja. Es tan superior e inalcanzable, tiene un humor tan macabro, le gusta tanto ver por el rabillo del ojo y hacia abajo, que ¡Dios¡, ¡OH DIOS! Verlo malvado es casi orgásmico.
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lunes, 10 de noviembre de 2008

María Mariquita

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La conocí una fría noche de viernes. Volaba hacia mi ausencia, montada en su nube de enaguas verdes. “Kórima” me dijo… yo miré instintivamente hacia mi plato y empecé a mover negativamente la cabeza, con esa costumbre que tenemos los chabochis de negarnos a todo lo humanamente negable. “¡AH! Espera!” le dije. –no se piense que por irrespetuosa e igualada: le hablé de “tú” solamente porque era joven- Recordé en mi bolsa unas cuantas monedas y tomé la más grande, como queriendo exorcizar en su kórima el consumismo de toda la semana.

-¿Chu mu rewé?- le dije aventuradamente.
-“María Mariquita” - contestó entusiasmada.

Qué país tan afortunado el que permite a sus mujeres llamarse María Mariquita sin complicaciones; el país que las transporta flotando, en enaguas verdes, por el océano de luces y asfalto, así, sin salpicarse de humo ni chabochez-

Tenía el rostro tranquilo y curioso, con todas las respuestas a preguntas infinitas tatuadas en la frente. Parecía querer contarlo todo, escupir los milenios de silencio y exilio, los sueños de oportunidades, los kórimas consuetudinarios. No tenía los ojos hambrientos, ni los labios mentirosos, al contrario de otros tantos de su raza; ella era pura y buena, eterna y gallarda.

-Qué bonito nombre, Mariquita.
-Gracias. Usted, ¿Cómo se llama?
-Eva. – Le sonreí, empatizada-.
-Qué bonito. –se ruborizó levemente-
-Matétera-ba, -le contesté, ya que estábamos en confianza-
-Gracias, -dijo ella, llevándose, en la frente, las respuestas a todas las preguntas que me sobraban.

Qué ganas no tenía de invitarla un café como el que me sangraba el bolsillo. De preguntarle, con mi rarámuri torpe, cualquier pregunta que tuviese el más mínimo sentido “Dime, Mariquita, ¿Acaso es negro el perro?, ¿Esa camisa es blanca? ¿De dónde vienes? ¿Dónde está tu mamá?” Ella, seguramente, en su bondad eterna de pies ligeros, no haría burla de mi acento golpeado, ni de mi testarudez chabochi. Quizá contestaría maternalmente; me contaría una o dos leyendas; me explicaría el verde de su enagua.

Haríamos un improvisado árbol genealógico, que nos llevara a concluir que somos hijas de la misma tierra, que nos parió el mismo campo. El café, probablemente, sería demasiado complicado para ella, -yo estaría encantada de simplificarlo con algo de pinole blanco-

Me pregunto si extraña su tierra, me pregunto, incluso, si esa tierra es siquiera la suya; o si, por el contrario, vive arrostrada por el ánimo inquebrantable de sus ancestros, de ser siempre ellos, y nunca nosotros. –Deberíamos todos de ser un poco rarámuris-

Me quedé con la bebida humeando entre mis manos. Flotando en la enagua verde se fue María Mariquita, arrastrada –casi- por la horda de mujeres enaguadas que le escoltaban el paso. Yo fui, tras su ausencia, a la vez más humana, y a la vez más pobre. ¡Cuánto no me hubieran enriquecido las respuestas surcadas en su frente!

Bebí, entonces, casi resignadamente, y ese sorbo de café en mi garganta fue el más solitario de los tragos.

Arioshi be, quise decirle… pero la indignidad me cerró los labios.







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sábado, 8 de noviembre de 2008

Amoroso

No te diré que te he esperado.
No te confesaré que te he buscado en las fiestas
Y en los rincones en que tantas veces existimos.
No sabrás que te espío en mis cuadernos,
En las cartas que absorta e ilusionada te he escrito.

No sabrás de mis sueños en tu nombre,
De las ausencias que me sangras siendo tan pleno y tan lejano;
De lo sublime que te veo ahora;
De lo vano que ha dejado de ser tu nombre
A pesar de que nunca te consideré parco.

No sabrás, mi bien,
Que te anhelo como te anhela cualquier mortal desprotegido.
Que quiero tenerte en boca de quien sea, de cuantos sean.
Que te extraño como nunca,
Que me faltas como siempre.

No te forzaré a que vuelvas,
Pero, sábelo,
Te esperaré hasta que llegues.














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domingo, 2 de noviembre de 2008

Yo no podría, jamás, medir los amores.
Erigirme como quien más le ha querido;
Condenarle como quien poco me amó.

No podría, por nada,
Atreverme a ser el amor de la vida;
Jurarle amor eterno e imprescriptible;
Saberle último, nombrarle infinitud.

No me arriesgaría
A jurar ante algún bezo
Que he vivido todo y que con placer moriría.
No me tragaría
Cuentos de eternidades
Sueños blancos,
y dorada paz.

No querría, -supongo-,
Dudar que hay amor que siglos dura,
Para no darme cuenta, de fe desnuda,
Que lo he tenido todo
Excepto plenitud.




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jueves, 30 de octubre de 2008

Kronos

No existe tal cosa como los buenos tiempos. Los Tiempos son simplemente tiempo. Pasan y llegan. Se consumen en si mismos y de sus cenizas resurgen.

No existen los calificativos para el Tiempo. –Seguramente atreverse a nombrarlo es, de alguna forma, ofensivo- Debe tratársele con la paciencia con que se atiende a un enfermo –el Tiempo es un anciano decrépito-

Debe saberse que el Tiempo es fugitivo. No respeta, ni estima personas, lugares o sueños. No hay amor para el Tiempo, no hay fe, ni vida, ni anhelos; es ausencia y vacío, tortura y consuelo.

No existen los buenos, ni los malos tiempos.



El tiempo no es nada. -El Tiempo es solo tiempo.-
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sábado, 25 de octubre de 2008

Un año como tantos

Pues mi precioso año se ha ido al diablo.

Había empezado tan maravillosamente bien, que hasta me sorprendía de su relevancia. Estuvo lleno de tantas y tan elogiables cosas -no que sea yo una de esas personas positivas que se emocionan con cualquier acontecimiento, nonono- pero de cualquier forma, había estado... no diré "medianamente aceptable", como de costumbre, sino que esta vez lo manejaré como un "había estado 'EXCELENTE.' "

Ahora se ha ido al diablo... Realmente no comprendo el alcance de la razón que ha probocado su enmierdamiento, pero supongo que esas cosas pasan. Quizá fuí a meterme en donde no me llamaban, y en donde no quería estar. Ahora, por eso, deambulo por la vida sin poder decidir ni tres cuartos de los fines que deberían regir.... ya no digamos mi vida, sino mis acciones inmediatas...

No tengo ánimos ni cara para quejarme. Estoy en donde estoy porque he querido, porque he aguantado. Me gusta pensar que fácilmente podría mirar hacia arriba y salirme del agujero en el que me encuentro para no volver a poner pie siquiera al rededor de sus bordes. Seguramente lo haré algún día, solamente estoy esperando el momento adecuado. -Es decir, cuandomedelagana-

Mientras... pues faltan dos meses para acabar con mi EX-maravilloso 2008, quizá ese tiempo sirva de algo.

Si no... ¿Qué importa? Terminará siendo un año como tantos...


lunes, 20 de octubre de 2008

miércoles, 24 de septiembre de 2008

Feliz... mmmmm.... Tú sabes ¬¬

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Hay cosas que no me gustan de él.

Si he de ser sincera, no me agrada su barba, ni sus besos y tactos casuales; ni sus “devezencuandos;” ni sus segundas mesas; ni su austeridad.

Siendo honesta, no me importan sus crisis emocionales de media noche; sus reservas ingenuas que le hacen sentir que tiene un poco más de él, de lo que tiene cualquier persona; no me importa ni me enerva la vulnerabilidad que le hago sentir y reconoce en situaciones incómodas y difícilmente olvidables; no me importan sus veintemil mujeres –ni aun las azules- ; no me desvela su inconsistencia, ni me quita el hambre su promesa de marchar.

No me importa en lo absoluto. No me importa, porque es él más que los orgasmos matinales de mayo; que las visitas nocturnas a la plaza; que las crisis e inconsistencias exiliadas; que las manos; que la deformidad.

No me importan sus coincidencias ni circunstancias nefastas; sus amarguras; sus repugnancias; su inestabilidad.

Me importa él. Aunque carga con el historial voluble y andrajoso de las alas ocultas, y los cristales ahumados; aunque no estaré para esperarle ni darle “tequieros;” aunque no tenga antojo de anelarle; aunque haya esquivado su amar.

Me importa él, ¡Carajo! Maldita sea la hora en la que sus pasos cruzaron mi andar.






Jamás hablaremos de esto. ¬¬
Que tengas un día medianamente aceptable,
lleno de las cosas que la gente dice y hace
en ocasiones como esta.
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lunes, 15 de septiembre de 2008

A veces

A veces siento que debería pedirte perdón,
-a pesar de lo reprobable que puedas encontrarlo-,
para que me disculpes la gente de sobra,
los silencios incómodos,
los ojos inquisitivos,
la risa sin razón.

A veces me encantaría
tener el tiempo que ameritan los besos largos,
para conocerles la distancia y confines,
asumirles incluso andrajosos y desbanquetados,
quitarles el tacto oponible que todavía no siento yo.

A veces me gustaría
no ser la ausencia que soy,
ni divertirme divagando con tu ceño fruncido y tu sien complicada;
ni deberte sueños,
ni caracolas,
ni razón.

A veces me gustaría pronunciar tu nombre con los ojos secos.
Me gusta tanto el mío en tus labios-
Y comprender cómo hacen las felicidades
Para esconderse en coincidencias tan pequeñas e insignificantes
como los roces debajo de la amohada

Me gustaría, -a veces-
Dejar de escribir
Y empezar a hablarte o dejarme sentir.
-Para la gente como yo es siempre tan complicado-

Decirte lo que te pienso
Cuando “todo está bien,”
O cuando soy tan ausente y despreferible,
Cuando te tengo miedo
Y cuando me esfuerzo vanamente por no cargar con mi ausencia.

A veces, sólo a veces,
pienso en que debería pedirte perdón
por las complicaciones y formulismos que me constriñen la paz y los labios;
Por las dudas que me quedan
tras tus verbos alcoholizados y tus advertencias de Messenger;

-Tras tus promesas posteriores a la errata,
tras mi tristeza indiferentizada,
me queda poco menos que el nudo en la voz
-

A veces quisiera jurarte
que detrás de quien soy, soy quizá la de siempre.
La que no se inexiste,
ni se ausenta,
ni se insomnea sin razón.

La que está,
y ríe,
y ama,
y llora.
La que no miente,
ni desplanta…
la que no pide perdón.

Pero a veces,
-sólo a veces-
quisiera pedirte perdón por ser Yo










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martes, 9 de septiembre de 2008

¿Qué haré el día que ya no pueda confiar en mí?

Olvídenlo, eso es blofear. –Confieso que realmente nunca he confiado en mí-. Al contrario, me da por encomendarme a las cosas buenas y maravillosas que tienen todas las existencias que no soy yo, en mí misma, pero que me pertenecen. -Es tan fácil colgar la esperanza en los percheros de las cosas inexplicables. -

Pero ese día habría de llegar. El trágico momento en que notara que viví a expensas de lo desconfiable, tomándolo, más que como verdad absoluta, como promesa inquebrantable de su eventual acontecimiento.

¿Qué hago si no puedo creer en mí? Si me quedo sin mis “fes”, y mis “algundías:” ¿En quien y por qué creeré? ¿Para qué me esforzaré en tener la más mínima esperanza de cualquier cosa? Qué digo esperanza… ¡SEGURIDAD! ¿A donde se me irán las certezas y las declaraciones fundadas en nada más que en la seguridad de su condición –hecho futuro de realización incierta-?

Qué pereza y qué desencanto.

Supongo que solo me queda… mmmmmmm… iba a decir “confiar” pero ¿Qué clase de cierre sería ese?


Paz
¿¿¿VES??? ¡No solamente de HOMBRES escribo!
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domingo, 31 de agosto de 2008

Hasta Aquí Te Escribo

Porque un amor que nace tan vehemente
Es natural que muera muy temprano
Juan De Dios Peza. La Carta.



Déjame seguir soñando
Le decía yo con los insomnios colgados de las pestañas.
Soñaba irrisoriamente
Como sueñan, con pasión y gozo, las enamoradas.

Mis sueños no fueron
-ni son, ni serán-
Tan ávidos nunca
Como para llevarle al filo de mi amor sin retorno.

Pero ha sido mi gozo macabro
Para jugarle la treta de los amores magnos.

No tengo, ni a él ni a su desidia,
La más mínima desgana que reclamarle
Que al seguir soñando
-Como tantas mañanas-
Mis propias manos construyeron telarañas.

Fue su afectuosa endorfina
La que me tuvo al borde del amor, por semanas
Y el vacío inapetente de mi voluntad acabada
Le insomneó grandioso,
Y grandioso me partió el alma.

No estarían mis versos
Jamás!, ¡Ni en esta vida, ni en varias!-
Para llorarle desamores, desplantes o descaros.
Ni mis manos regordetas para firmar La Carta:
Hasta aquí te escribo.
Ya no quiero seguir soñando
.”




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sábado, 30 de agosto de 2008

Hasta aquí.

Será la primera vez que te escriba alcoholizada. Y espero terriblemente, que sea la ultima.
No voy a esforzarme editando, paro no perder el toque etílico de la amargura de mis palabras. (¿Será eso una contradicción en los términos?)

Blah. Me he cansado de amarte y maldecirte esporádica y repetidamente a lo largo de este tiempo. –no. No se cuanto es, no me importa, no quiero saberlo. Estoy harta de imaginarte todo, de ilusionarme cual colegiala. Estoy harta de tí.

¡En serio! Es increíble que a estas alturas, en estos momentos, alce las yemas de mis dedos –porque no la voz- para decirte y concluir que me enferman tus "devezencuando", que me sulfuran tus inconsistencias, que me harta mi esperanza y mi desamor.

No te quiero. No te necesito. He vivido sin ti, y pese a ti viviría, pese a tus mariposas y tu endorfina, a tu amor magno, a tu redención incondicionada. No eres nada, y nada quiero que seas. No eres nada y nada serás.

Estoy harta de ti y mis esperanzas. De mis sueños positivos, de mis convicciones absurdas. ARGH!!! Real y alcoholizadamente estoy harta de ti!!

Se acabó. Te acabaste. Hasta aquí.

lunes, 25 de agosto de 2008

Terror

Ese hombre me aterroriza. Causa en mí una impresión tan grande, que me obliga a prender la luz a mitad de la noche para exorcizar su rostro de mis pesadillas. Me trae dando vueltas por la geografía de las sábanas, y me horroriza el poder que tiene para partirme el sueño en todos los fragmentos de los que es capaz su voz.

Me sobrecoge. ¡Me aterra! Puede llevarme a la mortandad del vulgo con una sola flexión del índice de su diestra; y volverme una mujer tan despreciablemente ilusionada, capaz de sepultar descanso y primacías para soñar con su amor.

Tiene su nombre embrujo tan grande, que es capaz de secuestrarme la voz para alabarle circunstancias y coincidencias; y llevarme al borde del llanto solamente por no entender el amor.

¿Cómo no puede temérsele a ser tan horrorífico y espeluznante? Dueño de poderes paganos hechizantes y de fuerzas sobrehumanas, que desarman a los seres como yo.

¡Temerosa! ¡MORTAL! ¡Presuntivamente enamorada! Confinada al rincón seguro que me da el mutismo y me quita su mirada, tan mujer y tan niña, tanto gozo y terror.

Ese hombre. Su voz. Su piel. Su mirada. ¡Qué temor tan absurdo, y qué desesperanza tan magna! ¡Qué terror tan augusto! ¡Qué afable penar!
Hasta aquí te escribo.
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jueves, 21 de agosto de 2008

Inexistencia

Me tiro en la silla, sin fuerzas siquiera para que me hierva en la sangre la resbalosa fémina sentada a mi espalda. El día de mañana se desarrollará en los mismos términos que el de hoy.

Pido otra cerveza, estoy casi dispuesta a olvidar que no soporto el sabor que me deja en la boca. Tengo tanto tiempo para quejarme que no voy a reparar en el sabor del medio que me llevará a mi etílico fin.

Blah. Hoy tengo tan pocas ganas de andar jineteando la vida. Me apetecen tan poco la claridad de las mañanas y el refulgir de las sonrisas, que podría sepultarme indiferente en la apatía de mis horas, sin razón.

Blah, hoy el mariachi y el trío me dan exactamente lo mismo. La ciencia política y la política ficción no me producen siquiera cosquillas en el paladar.

Soy una contradicción en mí misma. Tengo el valor de una moneda de latón devaluada. Soy el punto vacío entre la indiferencia y la ignorancia. Soy el cúmulo de coincidencias que el destino descuidó.

Soy, y soy nada. Ni el amor que pasa, ni la pasión que se queda, ni el sueño que nunca llegó.

Blah. Estoy harta de ser la parodia que he sido las últimas semanas. Estoy harta de los insomnios endorfínicos, de los temblores embelezados, del odio y del amor.

Me enferman el vacío y la plenitud de mis horas desgastadas; mi apatía y enfado ante las mortandades que envician y anegan el aire, me enferman todas y cada una de las cosas que cicatrizan el corazón.

Hoy no tengo nada más que tiempo para quejarme. Tiempo para inexistir imperfecta. Para ignorar las consecuencias y felicidades de cualquier cosa que se mueva, para no vivir ni en el miedo ni en el amor.

Hoy soy y no soy. Hoy no sé, ni siento, ni me importa. Ni quiero preocuparme por infimidad catastrófica, ni por posibilidades nebulosas, ni por ningún magno amor.

Hoy soy, y soy nada. Hoy solamente me quejo. Y quejándome e inexistiendo, soy Yo.





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martes, 5 de agosto de 2008

Niyúroma

....Quietud, emoción y felicidad congregadas todas en la misma caja toráxica....


-Me arde el reloj en el pulso, por sentir de nuevo la breve emoción de su nombre en mi pantalla-

Quién fuera sus letras.
Quién fuera el alcohol que le emborracha la sangre
Y lo aleja de tretas y esperas absurdas.

Quién fuera el amor maldito
Que ha exiliado de sus tardes hermosas.
Quién fuera su tiempo.
Quién fuera su paz.

Quiero verle ahora mismo,
Y atarle a la realidad nefasta
De mis días y noches;
Y ser en él los insomnios y los sueños;
La plenitud y la espera;
El siempre y el jamás.

Quiero amarle y vivirle;
Y saberle mi amor y llamarle mi amigo;
Y tenerle por cierto y tangible;
Y vivir en sus ojos;
Y latir en su voz.

Quiero que sepa,
Mas no puedo decirle.
Pues no había temido desgracia más grande
Que la de no ser sus versos,
Ni tener derrota en su claudicar.

“Que no venga”, dice él
Con el dolor y el miedo de los resignados.
“Ha llegado”, digo yo,
Con la pasión y el gozo de los enamorados.








Hasta aquí te escribo. Déjame seguir soñando.
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jueves, 31 de julio de 2008

Gochimea Okwá

Y es que es él un dolor delicioso; una tortura lenta y disfrutable; una aguja en un pajar. Tiene él el correr de mi tiempo atado a sus pasos, y el resplandor de mi dicha tatuado en la espalda; el hastío de mis horas muertas le enmaraña el cabello, y el rojo de mis impuras pretensiones le resbala por el perfil.

¡Qué afable suplicio el que me mantiene tras sus pasos! ¡Qué embelesada distancia la que me separa de su pos! ¡Qué saciedad inaudita la de su voz en mi desquicio! ¡Qué doblegada e indefensa la resistencia de mi amor!

Y es que es él el desvelo diligente; la endorfina adictiva y añorable; el suspiro frente al mar. Vive él en el amor sulfuroso de mis desvelos apáticos, y en el vaivén temerario entre mi embeleso y mi olvidar. La esperanza de mi amor robótico le brilla en el iris, y el platino de mis ansias mortales le enmarca el jamás.

¡Qué gustoso y jovial el corazón que le ama! ¡Qué sumiso y endeble el temor de no tenerlo jamás! ¡Cuántos sueños! ¡Cuánta vida en sus labios anegada! ¡Qué sutil la diferencia entre anhelo y exigüidad!




Hasta aquí te escribo. Déjame Seguir soñando.
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sábado, 19 de julio de 2008

Carta Abierta para un Destinatario Específico


Yo fui muy feliz con usted. -Definitivamente, más de lo que pensé que sería-. Sentí cosas increíbles, que -debo confesarlo- jamás pensé sentir.

Yo fui muy feliz con usted, joven… y ciertamente me habría encantado cambiar ese tiempo verbal tan finito y augusto por un eterno y jovial conjugacional.

Sin embargo no es así. Pues no están sus letras, sus palabras, ni sus amores, para lisonjearme ni la paz, ni la esperanza; ni están sus desvelos para clavarse en mis ojos, ni sus futuros para andar tras de mi.

Yo lo comprendo, joven… y no obstante la daga en el pecho y la sangre chorreante, digna e intrépida lo invito a partir.

Créame, mi amor extinto, que no serán mis ruegos quienes lo aten a esta tierra; ni mis suspiros estrellados en sus sordos oídos los que lo inciten a mirar atrás.

Yo, a partir de hoy, pensaré en usted como se piensa en un buen recuerdo; como se ocurre una travesura de liceo; como se añora un tiempo mejor.

Pensaré en usted, -definitivamente-, y recordaré los momentos tan variados y felices que enmarcaron nuestros días; y tras traerlo a mi mente, lo sacaré de mi corazón… usted, -ya entero, vengativo, y arrogante-, me mirará con el rabillo del recuerdo y evocará lo peor.

Yo… yo ya no le lloraré. Y, ciertamente, tampoco le perseguiré el desamor por el filo de la lengua; ni esperaré que su gracia se pose en mis labios, ni su pasado me arrulle al soñar.

Yo desearé, -entre tantas cosas- que sus desplantes y desquicios sean tan verídicos como el dolor que usted me causa; y que jamás pretenda volver sobre sus pasos, ni se arrepienta de su actuar.

Deseo, joven, sinceramente, ser yo para su olvido el aperitivo de media tarde; para su recuerdo una confesión incómoda; para su desgracia un punto toral.

Créame, -por favor- que lo deseo con el alma… pues si volviesen sus ruegos a arañarme los talones sería infinita su penuria y perpetua su adversidad.

No tendría lugar en mi seno la más mínima consideración por sus manos dobladas; ni gotearía –en lo absoluto- su amor resurgido, del lagrimal de mi paz.

Sería usted, joven, un perdedor mediocre y un infortunado exiguo, que teniendo mi redimido amor a sus pies rendido, vengó la muerte de su orgullo, a costa de la más mesiánica felicidad.

Séase así, mi amor extinto, y viva usted su desprecio con el fervor que lo incite su serenidad.

Pero sépase usted advertido y resignado, de que si lo trajese a mi puerta el arrepentido anhelo de buscar mis labios, no encontraría en ellos más que daga, vacío y final.





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viernes, 27 de junio de 2008

Gayena [F.F.F]

Volver era lo último que el hombre necesitaba. Prefería seguir apedreando los balcones de Naila, alimentarse con carne de búfalo, acosar al capellan. No era que su misión no estuviera completa ahi, -después de su ausencia Xuntuáh jamás volvería a ser la misma-. Pero no. Lo que le doblaba las corvas era algo mucho más temible qe la ira de los feligreses y santos xuntuehnses.

Lo que él temía era volver sobre sus pasos, y en cada huella escuchar un nombre fantasmagórico que le rompiera el éxtasis con su recuerdo y defectos. Temía sus rostros impávidos al cruzarse -inevitablemente- con sus ojos vacios. Eso... y las voces esperanzadas que aun vibraban al escuchar la celestialidad de su nombre; los puños encrispados que seguramente le sonreirían, y algun otro suspiro que indefectiblemente lo habría de evocar.

¡ Terror ! Era eso lo que sentía. ¿A cuántos ejércitos habría de enfrentarse? ¿A cuantos exilios se condenaría? ¿Cuántos nombres tendría que adoptar?
La salida a todas sus helénicas pesadillas se encontraba -entonces y siempre- en Xuntuáh...
-la mística y enamorable Xuntuáh-




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martes, 3 de junio de 2008

Villa Pasado

Había tantas cosas por hacer. Corazones sinceros con guardias desprotegidas; conciencias y piernas relajadas que facilmente se doblegarían ante él. Xuntuáh era perfecta. ¿Por qué querría dejar atrás este paraíso azulado? Volver sobre las huellas de sus botas era practicamente un sacrilegio.

Volver... Volver para qué... ¿Para esquivar sagazmente el filo de las lenguas que le esgrimían la conciencia? ¿Para ocutar sus temores entre las torres del templo San Juan?

No. Volver no era -definitivamente- una opción viable. Era regresar a ese pueblo de quinta lleno de santurrones y asustadizos; a los convencioanlismos sociales perpetuos que lo habían hecho irse en primer lugar.

Xuntuáh era libre. -mística y enamorable- y Villa Pasado no era otra cosa que la plaza más sencilla de olvidar.

¿Para qué volver...? No era como que alguien lo esperara. No era como que sintiera júbilo de respirar su aire terrozo, pasearse por sus calles reparchadas, tomar la sombra en los arcos húmedos de la comunidad. Volver era más bien un destierro definitivo -irónicamente;- el punto cero de su travesía, el fondo que necesitaba tocar.


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miércoles, 28 de mayo de 2008

Tiempo


No tenía nada que perder -ni siquiera sudor, ya no le quedaba- ¿Risas? ¿Afecto? Qué va… los seres como él comían niños en el desayuno. Él sólo tenia sus viejas botas y sus pantalones roídos; la sombra del cuervo cubriéndole los ojos de sepulturero y la espalda hacia el sur.

¿Qué aventuras le esperarían? Tal vez sería cierta la historia aquella de Xuntuáh y su calles de hielo, sus mujeres azules y los caballeros de jabón…

Xuntuáh…. La mística y enamorable Xuntuáh… ¿Cuál sería su primer acto antisocial cuando cruzara las puertas de la mítica comuna? Morder el cuello del capellán pueblerino seguramente le produciría saciedad. Eso. Eso… una pequeña pero memorable felonía… como visitar furtivamente el dormitorio de Naila, la vestal del templo de Fabos, o abrir la puerta de los bisontes sagrados, para dejarlos ahogarse en el rio de sal que deshidrata las calles xuntuhénses

Tenia tiempo. Desgastarse más planeando su venganza social que surcando las olas de piedra que enmarcan al Camino Real, seguramente valdría la pena. Los mortales aprenderían a la mala -si era necesario-. Tenía tiempo…

Tenía tiempo.




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domingo, 25 de mayo de 2008

(Paréntesis)

Escribirle a usted sería poco menos que un insulto, cual signo y síntoma de la más fiera e insolente indignidad.

A usted no puédesele escribir –sin insultarlo- ni un recado de buenas noches, ni una receta, ni una tarjeta de navidad.

No. A usted no. Que sería imposible e inaudito intentar besarle los labios con el filo de las letras; rozarle el cabello con una rima forzada, o ahogarle la voz con una frase final.

Está usted condenado a ser admiración y recelo en los ojos que nadan por sus letras; a ser punto vacío entre la rabia y el consuelo de las mujeres que le abran las piernas;
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a ser distancia insalvable y eterna entre sueño y realidad.






...he estado pensando en cuervos, muchos.


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martes, 20 de mayo de 2008

El Sol de Xuntuáh


Calzó sus botas pesadamente, con ademán resuelto y olvidado. Saltó la verja sin problemas, dejando de lado el polvo salpicado en el azul grisáceo de sus pantalones roídos. Una mirada al horizonte: norte o sur, sur-norte, sur, sur… norte… dejó la decisión a las alas de un cuervo e inició la marcha hacia el sol de Xuntuáh.

Llevaba cargando muchos suspiros al cuello. Tantos amores que dejó llorando bajo las mismas ilusiones… Las amó. Claro que las amó; pero a su particular y cochina manera. Les desgarraba la razón con su voz pausada y melosa, y tras desnudarles los ojos con el filo de la lengua, les devoraba el alma y dejaba en huesos el corazón.
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Claro que las amó. Pero no se piense que le colgaba de los hombros la acción gravitacional de sus mujeres. Tampoco le sangraban las uñas en la espalda, los dientes en los labios, el éxtasis en la voz. Nonono… solo le pesaban las botas y las deudas… ¿Los sueños? ¿Cuáles? Desde pequeño había aprendido que la felicidad y Santa Clause son cuentos de niños… leyendas… como el sol de Xuntuáh…
Leyendas.

domingo, 18 de mayo de 2008

Cuervos, cuervos, cuervos



Hoy debería de estar hablando incansantemente de él y sus manos deformes. Describiendo cada uno de sus audaces movimientos, desmenuzando las risas y destilando los “a-a-a-a.”

Debería tener una crónica pormenorizada de la vertiginosa travesía; una memoria fotográfica y una marca en el cuello de la cual hablar.

Sin embargo yo sólo tengo el exilio de su nombre en mis labios; la amnesia somnolienta en mis desvíos rondando; y en inconmensurable estima mi garganta y su integridad.







Pero por eso yo...

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sábado, 3 de mayo de 2008

Ahora no


Ahora no. Por alguna extraña razón, ahora no quiero verle los ojos de mal mentiroso que pone al verme. Ahora no quiero ignorar los comentarios sutiles, ni rastrearle el doble fondo a su mezquina confusión. Nonono… ahora su visita no representa ningún consuelo; ni sus excusas valen si quiera el dolor de perderlo; ni tengo la duda del sabor de su amor.

No. Esta vez –definitivamente- no quiero verlo. Que me llame, que me busque: no estaré
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Ya perdí el tiempo que tenía para evocarlo, para buscarle el alma tras el velo de los párpados, para paladearle la hiel del corazón.
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Y no. Ahora no. Que infructuosamente, -aquellas veces-, le arrastré mi amor sangrante por entre los colmillos; le abrí las puertas –y otras cosas- para sufrirle los años y llorarle el destino; le pedí perdón tantas veces, que olvidé la razón.
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Aquellas veces, y otras tantas… pero no, ahora no.







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sábado, 26 de abril de 2008

Yo por eso no hablo de él. Porque todas, al pronunciar su nombre, abren un poco las piernas y reclinan un tanto el cuerpo. Todas dilatan animosas las pupilas, y cierran la frase sin aire en la voz. Todas, -todas- ensanchan el pecho y mojan los labios; sonríen melancólica y patéticamente; desvían la mirada para ocultar la emoción.

Algunas –no todas- lagrimean un instante y maldicen un poco; Otras –las otras- ríen pícaras sin la menor turbación.



Y por eso yo, -con las piernas cruzadas, los ojos vacíos, e inmutable la voz-,
hablo de todos -de todos- pero de él no.




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domingo, 20 de abril de 2008

Se va


Se va. Ha dicho que se va; que se ha cansado de la lejanía; las noches solas; la comodidad. Las mujeres hermosas le han podrido la pupila, las calles tranquilas lo han enervado, el aire limpio lo ha empezado a asfixiar. Quiere irse. Para huir de todos y de nadie; para purgar sus penas en otras latitudes; enterrar los recuerdos en un suelo más blando que el de su corazón. ¿Yo? Yo no puedo pedirle que se quede, -ni animarlo a que se vaya-; ni sonreírle con un pañuelo blanco en la mano; ni darle la espalda para no verlo marchar. ¿Yo? Yo no pensaré en eso hasta que no haya forma de volver atrás.
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lunes, 14 de abril de 2008

sábado, 29 de marzo de 2008

Serpientes y Escaleras


Es como si nunca fuera a volver... o como si al arrancar otra hoja del calendario, el número y el mes fueran exactamente los mismos. Como jugar serpientes y escaleras y que la puntuación en los dados se repita y se repita, terminando siempre en el mismo lugar. Como darle vueltas a la misma cuadra, a pesar de que reconoces indistintamente al viejo sentado en la esquina. Como reír y llorar descontroladamente y siempre una vez seguida de la otra... Mirar la misma fotografía todas las tardes, encontrarle los mismos errores, pensar en la misma solución…

Tener siempre los mismos buenos deseos; derramar lágrimas tras los mismos recuerdos; nombrar las culpas bajo el mismo denominador...

Es como si nunca fuera a volver. Como si no pudiera llegarle al precio; comprarle un par de sonrisas –aún forzadas-; extirparle un poco de paz.

Es -caray-, como si se hubiera escondido en el día y el mes que no quieren llegar.









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jueves, 27 de marzo de 2008

domingo, 23 de marzo de 2008

Autodestrucción

Hoy tengo unas tremendas ganas de autodestruirme. Dejar abierta la ventana, para que me asfixien los -40 grados de la noche; dormir envuelta en miel junto a algun nido de hormigas; no tomar la pastilla esa que dice el doctor me hace vivir. Escuchar y escuchar el disco aquel ya rayado, el repleto de fraces suicidas e ideas inacabadas; mirar mis cicatrices detenidamene para intentar recordar el dolor que sentia -claro, claro, lo unico que necesito es un empujoncito para cruzar la ventana- Llorarme los ojos a lo largo de la cara; matarme de insomnio y hastío; abrirme las venas con la vacante de su amor...
Y es que es dificil acordarse de cada una de las promesas que uno se autoinflinge: las ganas de vivir, la paciencia abnegada, los ojos sonrientes. A veces la esperanza simplemente se acaba, la sonrisa se borra, la palabra hace sangrar. Eso no es culpa de nadie... supongo que si lo dijo fue porque lo siente, si no lo hizo fue porque no tuvo ganas -o porque me olvidó- ¿Eso a quien le afecta? ¿Tiene alguna resonancia -aún minúscula- en el mundo de los jocosos mortales? No... no... Lo unico que tiene es este enamoramiento mio por la autodestrucción.
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sábado, 22 de marzo de 2008

Mujeres Bravas

Esto llegó a mi mail. Es muy interesante. Hombres, no crean que serán atacados.

Largo, pero valedor...



Por: Hector Abad


A los hombres machistas, que somos como el 96 por ciento de la población masculina, nos molestan las mujeres de carácter decidido. Tenemos palabras denigrantes para designarlas: arpías, brujas, viejas, traumadas, solteronas, amargadas, marimachas, etc. En realidad, les tenemos miedo y no vemos la hora de hacerles pagar muy caro su desafío al poder masculino que hasta hace poco habíamos detentado sin cuestionamientos. A esos machistas incorregibles que somos, machistas ancestrales por cultura y por herencia, nos molestan instintivamente esas fieras que en vez de someterse a nuestra voluntad, atacan y se defienden.


La hembra con la que soñamos, un sueño moldeado por siglos de prepotencia y por genes de bestias (todavía infrahumanos), consiste en una pareja joven y mansa, dulce y sumisa, siempre con una sonrisa de condescendencia en la boca. Unamujer bonita que no discuta, que sea simpática y diga frases amables, que jamás reclame, que abra la boca solamente para ser correcta, elogiar nuestros actos y celebrarnos bobadas. Que use las manos para la caricia, para tener la casa impecable, hacer buenos platos, servir bien los tragos y acomodar las flores en floreros. Este ideal, que las revistas de moda nos confirman, puede identificarse con una especie de modelito de las que salen por televisión, siempre a tu entera disposición, en apariencia como si nos dijeran 'no más usted me avisa y yo le abro las piernas', siempre como dispuestas a un vertiginoso desahogo de líquidos seminales, entre gritos ridículos del hombre (no de ellas, que requieren más tiempo y se quedan a medias).


A los machistas jóvenes y viejos nos ponen en jaque estas nuevas mujeres, las mujeres de verdad, las que no se someten y protestan Porque estas mujeres nuevas exigen, piden, dan, proponen, regañan, contradicen, hablan y sólo se desnudan si les da la gana. Estasmujeres nuevas no se dejan dar órdenes, ni podemos dejarlas plantadas, o tiradas, o arrinconadas, en silencio y de ser posible en roles subordinados y en puestos subalternos. Las mujeres nuevas estudian más, saben más, tienen más disciplina, más iniciativa y quizá por eso mismo les queda más difícil conseguir pareja, pues todos los machistas les tememos.


Pero estas nuevas mujeres, si uno logra amarrar y poner bajo control al burro machista que llevamos dentro, son las mejores parejas. Ni siquiera tenemos que mantenerlas, pues ellas no lo permitirían porque saben que ese fue siempre el origen de nuestro dominio. Ellas ya no se dejan mantener, porque saben que ahí -y en la fuerza bruta- ha radicado el poder de nosotros los machos durante milenios. Si las llegamos a conocer, si logramos soportar que nos corrijan, que nos refuten las ideas, nos señalen los errores que no queremos ver y nos desinflen la vanidad a punta de alfileres, nos daremos cuenta de que esa nueva paridad es agradable, porque vuelve posible una relación entre iguales, en la que nadie manda ni es mandado. Como trabajan tanto como nosotros (o más) entonces ellas también se declaran hartas por la noche y de mal humor, y lo más grave, sin ganas de cocinar. Al principio nos dará rabia, ya no las veremos tan buenas y abnegadas como nuestras santas madres, pero son mejores, precisamente porque son menos santas y tienen todo el derecho de no serlo.


Envejecen, como nosotros, y ya no tienen piel ni senos de veinteañeras (mirémonos el pecho también nosotros y los pies, las mejillas, los poquísimos pelos), las hormonas les dan ciclos de euforia y mal genio, pero son sabias para vivir y para amar y si alguna vez en la vida se necesita un consejo sensato (se necesita siempre, a diario), o una estrategia útil en el trabajo, o una maniobra acertada para ser más felices, ellas te lo darán.


Los varones machistas, somos animalitos todavía y es inútil pedir que dejemos de mirar a las muchachitas perfectas. Los ojos se nos van tras ellas, tras las curvas. Pero si logramos usar también esa herencia reciente, el córtex cerebral, si somos más sensatos y racionales, si nos volvemos más humanos y menos primitivos, nos daremos cuenta de que esas mujeres nuevas, esas mujeres bravas que exigen, trabajan, producen, joden y protestan, son las más desafiantes y por eso mismo las más estimulantes, las más entretenidas, las únicas con quienes se puede establecer una relación duradera, porque está basada en algo más que en abracitos y besos, o en coitos precipitados seguidos de tristeza. Esas mujeres nos dan ideas, amistad, pasiones y curiosidad por lo que vale la pena, sed de vida larga y de conocimiento.



Vamos hombres, !!!Por esas mujeres bravas!!!







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miércoles, 19 de marzo de 2008

En Descomposición



Nos hemos convertido en un par de seres asquerosos. Míranos, nadando entre la basura y los fetiches de todos –de aquellos que alguna vez llamamos mortales.-
Hemos aprendido a amar la podredumbre y la inmundicia; las patas de los bancos; las manchas de aceite en el boulevard.
Nos hemos convertido en la cúspide de la degradación misma; ambos mendigando cariño en las puertas equivocadas; escupiendo incoherencias solemnemente para tranquilizar nuestras conciencias de calle y arrabal.
Y hemos disfrutado de contar las larvas de nuestras heridas y cantarles nanas para alentarlas a crecer. Hemos disfrutado el olor a desechos que expiden nuestras manos, la porquería de la espera, el sabor a mierda de la infelicidad.
Nos hemos mezclado entre todo, llegando a confundir los jazmines y las ratas, buscando esperanzas desechables desechadas, listas para reciclarse a pesar de su excrementicia reacción al paladar.

Aprendimos a desintegrarnos a través de milenios, a infectar los mantos acuíferos, a fomentar el calentamiento global. Mi bien, viviendo ahora descompuestos tenemos como techo la eternidad..
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domingo, 16 de marzo de 2008

sábado, 8 de marzo de 2008

Aracnofobia

Odio a las arañas. No hay criatura en el mundo -real o ficticio- que pueda producirme semejante sensación. Las odio. A todas y cada una de ellas. A Las que muerden por necesidad y a las que matan por malicia; a las de patas de terciopelo y a las de redes de soledad.
A TODAS. Las arañas han causado la más terrible de mis pesadillas; la más longeva de mis angustias; de entre todos, el más cruento dolor.
Y pese al odio que les tengo, aún habitan entre mis sábanas; anidan en las paredes de mis sueños; en los rincones de mi corazon. Las muy malditas se arrastran entre las comisuras de mis labios; tienden su seda entre las lágrimas secas de mis párpados; dejan sus huevesillos nadando en las curvas de mi pantalón...



Las arañas. Las putas arañas… siempre ha sido su fobia mi perdición

miércoles, 27 de febrero de 2008

¿ Amor ? ¿ A-mor ? Si no es de un perfúme francés no sé de lo que me estás hablando... ¿Qué no escuchaste el monólogo ese de sustituir con niños a los huevos con jamón...?


¿ NO ? Pues qué lástima entonces, querido... pero yo no uso loción.




domingo, 24 de febrero de 2008

¡Mil veces puta!


Y yo mientras me sigo ahogando en su indiferencia, en sus saludos fríos y conversaciones insulsas; en sus ojos opacos, sus oidos sordos, su superación... ¡Puta! ¿Cómo puede alguien morir tan rápido, conducirse con tales maneras, respirar con tanta serenidad? ¡Puta y mil veces puta! Como si mi pequeño dolor no fuera suficiente para mitigarle la dicha, extirparle los besos aterciopelados, sangrarle la paz... ¡Puta-puta-puta! ¡Puta Él y su mirar de acero! ¡Puta su cochina serenidad expiatoria! ¡Puta su nunca Jamás!















domingo, 17 de febrero de 2008