Iba a empezar por decir, simplemente, que estoy harta. El problema empezó cuando me di cuenta de que no sé de qué. Quisiera poder tener una lista de hartazgos que me ubicaran, al menos remotamente, para saber de qué puedo deshartarme y cómo.
Debiera empezar con deshacerme de él. Él tan férreo y empecinado que no deja de atormentarme las noches. Ese él de tantos nombres y tantos apellidos. El él de tantos “éls” enamorados, endiosados, con mis “ellas” inconsistentes. Mis ellas enfermizas, paranoicas y bipolares.
Quizá estoy harta de ellas y de Mi. De quien quiera que Yo sea, de cómo quiera que me llame. Estoy harta de merecerme lo que tengo y lo que me falta; harta de que me sobre también lo que merezco. Estoy harta de no saber si merezco algo, o lo he ganado, lo adeudo, me lo deben.
Soy y tengo lo que he dado. He dado lo que tengo y lo que soy. No encuentro dónde esconderme del vacío que traigo a cuestas; de esta nimiedad personalísima que se ha convertido en mi última posesión.
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4 comentarios:
Una prueba más de que no hay sentimiento, pensamiento o situación personal que no sea útil al momento de escribir. Escribir y rezar son dos actividades que tienen algo en común: sólo se realizan cuando se busca una "válvula de escape".
No cabe duda que la voz del corazon y la mente buscan salida a través de las manos que escriben líneas tan intensas y profundas como esas.
Y recién acabo de comentar, en otro espacio, que el liberarnos de cargas y gritos silenciosos, es una de las maravillas de las letras.
Saludos y a seguir adelante...
Hay sentimientos que nos salen del alma en momentos justos y que chido que los podamos compartir.
Para ti… ¡salud, amor y mucha felicidad!
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