He concluido en llamarle “el hombre del defecto”. No lo digo -quede claro- por la plata prematura que le enmarca las sienes, ni por la altura incómoda, los brazos delgados, o la mancha del sweater que llevó al salón.
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He concluido en llamarle “el hombre del defecto”. No lo digo -quede claro- por la plata prematura que le enmarca las sienes, ni por la altura incómoda, los brazos delgados, o la mancha del sweater que llevó al salón.
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1 comentario:
ash Martita, pa qué te haces del rogar?
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