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jueves, 31 de julio de 2008

Gochimea Okwá

Y es que es él un dolor delicioso; una tortura lenta y disfrutable; una aguja en un pajar. Tiene él el correr de mi tiempo atado a sus pasos, y el resplandor de mi dicha tatuado en la espalda; el hastío de mis horas muertas le enmaraña el cabello, y el rojo de mis impuras pretensiones le resbala por el perfil.

¡Qué afable suplicio el que me mantiene tras sus pasos! ¡Qué embelesada distancia la que me separa de su pos! ¡Qué saciedad inaudita la de su voz en mi desquicio! ¡Qué doblegada e indefensa la resistencia de mi amor!

Y es que es él el desvelo diligente; la endorfina adictiva y añorable; el suspiro frente al mar. Vive él en el amor sulfuroso de mis desvelos apáticos, y en el vaivén temerario entre mi embeleso y mi olvidar. La esperanza de mi amor robótico le brilla en el iris, y el platino de mis ansias mortales le enmarca el jamás.

¡Qué gustoso y jovial el corazón que le ama! ¡Qué sumiso y endeble el temor de no tenerlo jamás! ¡Cuántos sueños! ¡Cuánta vida en sus labios anegada! ¡Qué sutil la diferencia entre anhelo y exigüidad!




Hasta aquí te escribo. Déjame Seguir soñando.
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1 comentario:

mmm no se como ponerme dijo...

Dicen (yo no), que la forma de escribir "nobelmarquesina" (referente a gabriel garcía márquez), es un insulto al habla y a la narrativa. Se basa más que nada en nunca ahorrarse un adjetivo, por más que la oración lo prescinda.