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sábado, 7 de febrero de 2009

Aquellas

Decir amigo
es decir lejos
y antes fue decir adiós
y ayer y siempre
lo tuyo nuestro
y lo mío de los dos.
-Joan Manuel Serrat. Decir amigo-
.
Ella es libre, etérea e incorpórea. Risueña como muchas, insensible como pocas. Le recuerdo muchas veces con gozo en la sonrisa; confieso que se me suelta el ceño cuando pienso en sus antaños.

Los años con ella fueron de paz y alegría. –Odiar tanto nunca fue tan gratificante.- Le extraño las nieves de invierno, los tactos dactilares, las frases incompletas.

Ella y yo solucionamos el mundo más de una vez, casi por accidente. La religión, la filosofía y el sexismo continuamente nos hicieron los mandados.

Yo a ella la amé y la amo, -si puede llamarse amor a cualquier sentimiento mío- La admiré en silencio, y la celé en vano.

Fuimos libres, etéreas e incorpóreas. Con el entonces mundo en nuestra contra, y los discmans de dos manos. Las aves nos temían, La Libertad nos extrañaba.

Yo tuve para ella reclamos encarnecidos. –Jamás le escribí nada que la alentara en forma alguna- Me dediqué a exigirle todo lo exigible, a quejarme de todo lo quejable.

Aquellos nuestros años pasaron hace tiempo. Ella tendrá, seguramente, otras nieves de invierno y otras frases incompletas. Yo no he tenido nada para olvidarla o sucederla. Amor así no se suplanta a 12 pasos.

Aún así la tengo, en la ausencia. Y recuerdo, embelesadamente, las arpías y los cuervos que nos bautizaron nuestros nombres. La extraño eventualmente, otras veces la maldigo.

Me alegran sus dichas, me enorgullecen sus éxitos. La veo tan mía como lo fue hace tiempo.

Yo la quiero así, todavía. Le escucho las palabras aquellas, ahora que me habla de cualquier otra cosa. Para mí es ella, la etérea, la incorpórea. No tiene cicatrices ni manchas en los senos. Es tan bella como mía, tan perfecta como eterna.

No me preocupa si volverá algún día, -les confieso que nunca se ha ido-. No me enervan sus amores costeños, -todos sabían que llegaría el tiempo-

Yo la tengo eternamente, aunque su presencia me alumbre el hastío sólo 2 veces al año- Así la tengo, así la vivo.

Y si algún día se fuera para no volver nunca del exhilio, no emitiría mi pecho la más leve sospecha de quejido. Sería tan mía como entonces, como ahora. Y seríamos también nosotras, ella y yo, las de entonces: las malditas, las felices, la odiadas…

Aquellas: las libres, las etéreas e incorpóreas.

.

6 comentarios:

Unknown dijo...
Este comentario ha sido eliminado por el autor.
Unknown dijo...

las malditas, las felices, las odiadas..

y ahora ya medio desmembradas y desgastadas en comparación con aquellos días pero más vivas que nunca

cuando nos vamos por una nieve?? me atacó la nostalgia...

Homeless Schakal dijo...

Insisto, me gusta esta entrada.

Enrique dijo...

Que perro!!

Anónimo dijo...

Marta, lo mejor que te me he leido.
La palabra, de hace charlas de messenger a esta cena, crece como una fruta, y se madura, y abre su sabor dulce y nostalgico para catarlo con un placer incalculable.

La palabra ha sido siempre tuya,
y de todos quienes probamos de la ella tuya.

Aunque, no soy quien pa decir, ni hacer, ni firmar blogs,
yo sólos soy un hombre con una caguama.

Un abrazo cósmico.

Elí.

Unknown dijo...

jajaja ok, no ps no me llegó nada,
aunque no me sorprende, siempre es
el mismo pedo con mi celular cuando
ando allá pfff

oquei entonces, nos vemos en semana santa

chido