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miércoles, 28 de mayo de 2008

Tiempo


No tenía nada que perder -ni siquiera sudor, ya no le quedaba- ¿Risas? ¿Afecto? Qué va… los seres como él comían niños en el desayuno. Él sólo tenia sus viejas botas y sus pantalones roídos; la sombra del cuervo cubriéndole los ojos de sepulturero y la espalda hacia el sur.

¿Qué aventuras le esperarían? Tal vez sería cierta la historia aquella de Xuntuáh y su calles de hielo, sus mujeres azules y los caballeros de jabón…

Xuntuáh…. La mística y enamorable Xuntuáh… ¿Cuál sería su primer acto antisocial cuando cruzara las puertas de la mítica comuna? Morder el cuello del capellán pueblerino seguramente le produciría saciedad. Eso. Eso… una pequeña pero memorable felonía… como visitar furtivamente el dormitorio de Naila, la vestal del templo de Fabos, o abrir la puerta de los bisontes sagrados, para dejarlos ahogarse en el rio de sal que deshidrata las calles xuntuhénses

Tenia tiempo. Desgastarse más planeando su venganza social que surcando las olas de piedra que enmarcan al Camino Real, seguramente valdría la pena. Los mortales aprenderían a la mala -si era necesario-. Tenía tiempo…

Tenía tiempo.




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2 comentarios:

Pollini dijo...

Brenda: llévame de trip a Xunthuá un día... A ver qué pex...

Marta: Toma una pastilla, imagina y cállate


aawww ):


p.d. situación obviamente imaginada

Samuecchi dijo...

Será que ya estoy bien carcomido por los bosques de niebla, pero me parece un personaje tan vampírico el suyo que la cuestión de la interpretación se la dejo sólo a quien se incomode con mi entendimiento.

Su texto me provoca más y más cuentos cada que lo leo. No dudo que en los siguientes días Xuntuáh sea madre de alguna fumada.

Reciba un muy cordial saludo.
D.